lunes, 20 de octubre de 2008

La cultura de la muerte

Tras el nacimiento el pasado 12 de octubre de un bebe destinado a curar a su hermano, nuestros gobernantes nos quieren mostrar la cara amable de la cultura de la muerte. Curar si, pero sin matar a nadie. Pretenden justificar la selección de embriones humanos, o la destrucción de cientos de estos si el fin de esta selección es curar o seleccionar futuros hijos sanos y sin problemas. Volvemos a oír una vez mas la voz de los que defienden la cultura de la muerta y de los que aprovechan cualquier ocasión para atacar a la Iglesia Católica. Sin embargo la respuesta de los Obispos a estas practicas ha sido rápida y clara.
"Conviene recordar a este respecto el documento de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, del 30 de marzo de 2006, Algunas orientaciones sobre la ilicitud de la reproducción humana artificial y sobre las prácticas injustas autorizadas por la ley que la regularán en España, que señala la injusticia que se comete con los seres humanos producidos en el laboratorio, al ser tratados “como un mero producto conseguido por el dominio instrumental de los técnicos”. “La dignidad del ser humano exige que los niños no sean producidos, sino procreados (…). Por tratarse de una relación puramente personal –no instrumental- la procreación es conforme a la dignidad personal del niño procreado, que viene así al mundo como un don otorgado a la mutua entrega personal de los padres”. Respecto a la práctica de la que hoy hablamos, se dice también en el mismo documento: “Los planteamientos emotivos encaminados a justificar estas prácticas horrendas son inaceptables. Es cierto: hay que curar a los enfermos, pero sin eliminar nunca para ello a nadie. La compasión bien entendida comienza por respetar los derechos de todos, en particular, la vida de todos los hijos, sanos y enfermos".

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